Es curioso como mucha gente le da importancia a otras cosas, como el dinero, las personas, la ropa... Toda esa gente, la gente que opina que la felicidad está sobrevalorada y que depende del dinero, de la ropa que lleves, etc, etc, no saben lo que es felicidad hasta que se la quiten.
Ayer esto mismo me pasó a mí.
Pensaba que era la chica más feliz de la Tierra hasta que unas personas me la quitaron, en dos horas, como quien no quiere la cosa.
No me voy a poner a discutir ni a vengarme de ellos, porque quizás no, seguro, en todo lo que me dijeron, llevaban razón.
Yo soy la primera que al llegar a casa enciende el ordenador para ver si tengo correo nuevo, o la que se está diez minutos por la mañana enfrente del armario para ver "que me pongo", la que gasta dinero como si de un árbol creciera y la que se preocupa de no salir de casa sin el eyeliner puesto.
Pues bien, estas cosas superficiales (las mires por donde las mires), no dan la felicidad.
Cuando tienes un correo nuevo y ves que es de Facebook, no se te llena el corazón de alegría.
Cuando te pasas diez minutos delante del armario y llegas tarde, no te dan ganas de ir al jardín a saltar de alegría.
Cuando gastas bastante dinero y ves que después no tienes para coger un bus para ir a Tarragona que está tu amigo enfermo, no vas a organizar una fiesta en honor a la felicidad.
Y cuando te preocupas tanto por el eyelines y dejas de lado otras cosas realmente importantes, no creo que vayas a comprarte un caramelo porque te lo merezcas.
Unos le dan valor a aquello que la vanidad cobija, otros intentan ser ellos mismos.
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