Con Mary-Kate Olsen.


Mi último viaje a Nueva York fue de locos. Hacía un frío terrible, y aunque ya lo sabía y se lo había advertido a mi chico -llegamos a estar a cinco grados bajo cero- él no me hizo caso y se fue con una finísima chaqueta de cuero que le tuvo de mal humor cada vez que salíamos a la calle.
Fuimos a Cotterie, la feria de moda en la que se pueden comprar muchas de las colecciones que se ven días antes en los desfiles de NYC Fashion Week. Las marcas más caras exponen en sus showrooms, normalmente lofts enormes de techos altísimos, pero las de los diseñadores emergentes, por las que muchas veces apuestan templos de la moda como Barneys, Bergdorff and Goodman, Intermix y Scoop, se pueden encontrar en esta feria. El ambiente es muy cool y bohemio, siempre hay muchas más mujeres que hombres, chicas de entre 25 y 40 años que suelen ir vestidas monísimas: botines, Uggs (sí, siguen de moda y en Nueva York son un básico), chaquetas de cuero, leggings, camisas oversize blancas llevadas a modo de vestidito, camisas de cuadros estilo leñador, vestiditos de seda vaporosos con chaquetas de punto gordo encima, leotardos de colores y muchos chalecos, de punto, de algodón o de piel.
Y mientras me encontraba sumergida en esta locura de ropa y tendencias, me fijé en una chica que estaba de espaldas, muy pequeñita y con mucho estilo. Me fijé en ella por eso y por que claramente no se había lavado el pelo en mucho tiempo. Se dio media vuelta y resultó ser Mary Kate Olsen. ¡Qué sorpresa! Se lo comenté a Jessica, la chica que me estaba atendiendo en ese momento, que resultó ser muy amiga suya y me la presentó. No me preguntéis cómo supe desde el principio que era Mary Kate y no su hermana gemela. Ni yo misma me lo explico.
Iba vestida con unos botines con plataforma gigante -es más bajita que yo, que mido 1,60, así que imaginaos-, unos jeans superpitillo arrugados en el tobillo y una chaqueta de cuero tipo perfecto de Balenciaga, todo en negro menos la camiseta blanca oversize con la que se completaba el look.
Cuando Jessica me la presentó me puse tan nerviosa que empecé a hablar con ella sin presentarle a mi marido, que estaba justo a mi lado. ¡Qué horror, qué vergüenza! Ella, que es super dulce, se dirigió a él apartándome un poco y le dijo: “So, who are you?”. Estuve dos días agobiada pensando en esa escenita tan vergonzosa. Menos mal que mi chico me conoce y sabe que yo no soy así.
Para mí, Mary Kate es un icono de moda -no tiene ese punto cursi de otras celebrities americanas-, y me hizo muchísima ilusión conocerla. Al natural es como una gatita, muy dulce, con unos ojos enormes y una sonrisa permanente en la boca. Le dije que si aceptaba mi invitación a venir a Madrid haría una fiesta en su honor. Tengo el teléfono de su manager. Seguro que no me hace ni caso, pero por lo menos voy a intentarlo. Ya os contaré.

-Vogue-

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